Sexto tema
Tema: La IDOLATRÍA.
SEXTO TEMA (sexto día de la novena: jueves, 4 de septiembre de 2022).
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P. Daniel Albarrán (agosto-septiembre de 2022, en ocasión de la novena de la Virgen, en la advocación de la Virgen del Valle)
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Detallemos, ahora, la convivencia de Dios y de Moisés en relación al pueblo.
Una vez que se hacen el becerro de oro Dios le dice a Moisés que baje y le da los motivos. Aquí se sucede algo interesante, y es que Dios y Moisés se pelotean el pueblo. Dios le dice a Moisés que tu pueblo el que sacaste de Egipto, primero, y, Moisés, igualmente, le dice a Dios que es el pueblo que Él, Dios, sacó de Egipto:
“Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado (Éxodo 32,7).
Y se presenta que Dios quiere acabar con ese pueblo. Y, Moisés, entonces, intercede por el pueblo:
“Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: “¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte? ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo (Éxodo 32, 11-12).
La pregunta de inmediato, es: ¿Cuál pueblo que Moisés sacó de Egipto: el pueblo de Israel, o el pueblo, que no era Israel, y que se le sumó en la salida de Egipto? Porque, ¿Por qué, ahora, Dios hace esa distinción y pareciera, más bien, que le está sacando en cara a Moisés que es su pueblo, el de Moisés, y no el pueblo de Israel que fue el que mandó sacar Dios? Más aún, ¿No fue el mismo Dios quien mandó sacar el pueblo, y, ahora, hay un peloteo, que su pueblo, y no mi pueblo?
Eso es muy interesante, porque Moisés en su alegato, dice:
“Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales juraste por ti mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre.»
Y, aquí, Moisés le juega a Dios el mismo juego de Dios, porque le trae en recordatorio, precisamente, a Abraham, a Isaac a Israel, siervos tuyos, a quienes les juró que iba a multiplicar su descendencia. Y, con ello, Moisés parece cobijar a todos los pueblos, incluyendo a los no israelitas que habían salido con él de Egipto.
Después de todo esto, baja Moisés del monte por mandato de Dios. Fue cuando Moisés al ver lo que vió rompió las tablas de la Ley que traía. Pero, esta vez, ya no fue por mandato de Dios que Moisés rompió las tablas de la Ley. Eso ya fue por iniciativa de Moisés. Algunos estudiosos dicen, al respecto, que Moisés era un hombre iracundo (así lo hace ver Miguel Ángel en su escultura El Moisés, con el seño fruncido).
Se sucede, de inmediato, el encuentro Moisés-Aarón en relación al becerro de oro, y el resultado de ese acontecimiento que es lo que viene. ¿Qué pasó Aarón…qué pasó?
Pero volvamos a lo de el pueblo, porque todavía no hay nada claro. Veamos Éxodo 12, 41-50:
El mismo día que se cumplían los 430 años, salieron de la tierra de Egipto todos los ejércitos de Yahveh. Noche de guardia fue ésta para Yahveh, para sacarlos de la tierra de Egipto. Esta misma noche será la noche de guardia en honor de Yahveh para todos los israelitas, por todas sus generaciones. Dijo Yahveh a Moisés y a Aarón: «Estas son las normas sobre la Pascua: no comerá de ella ningún extranjero. Todo siervo, comprado por dinero, a quien hayas circuncidado, podrá comerla. Pero el residente y el jornalero no la comerán. Se ha de comer dentro de casa; no sacaréis fuera de casa nada de carne, ni le quebraréis ningún hueso. Toda la comunidad de Israel la celebrará. Si un forastero que habita contigo quiere celebrar la Pascua de Yahveh, que se circunciden todos sus varones, y entonces podrá acercarse para celebrarla, pues será como los nativos; pero ningún incircunciso podrá comerla. Una misma ley habrá para el nativo y para el forastero que habita en medio de vosotroscome. Así lo hicieron todos los israelitas. Tal como había mandado Yahveh a Moisés y a Aarón, así lo hicieron.
De ahí se podría tomar que todos los del pueblo eran, en cierta manera, asimilados como judíos, al hacerse integrantes, justo, por la circuncisión. Eso hace suponer que todos los que ahí iban estaban, entonces, circuncidados, porque era la condición que había puesto Dios. Entonces. Y, eso mismo los hacía a todos comprometidos en el cumplimiento de las normas judías.
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