Noveno tema

Tema: La IDOLATRÍA.

P. Daniel Albarrán

(agosto-septiembre de 2022, en ocasión de la novena de la Virgen, en la advocación de la Virgen del Valle)

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NOVENO TEMA (noveno y último día de la novena: miércoles, 7 de septiembre de 2022)

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Ya queda todo esclarecido desde el texto del libro del Éxodo, que fue el capítulo 32, principalmente. De ahí se desprende todo en la comprensión de lo que es idolatría.

Nos preguntábamos en un comienzo si había IDOLATRÍA dentro de algunas prácticas religiosas de la Iglesia Católica. La respuesta ha de darla los que hayan leído todo lo que hemos estudiado en estos nueve días. Eso nos lleva a precisar en pregunta: ¿Es idolatría lo de imágenes de santos y demás?

Decir que sí, sería reducir lo que es IDOLATRÍA y sería colocarnos ya en IDOLATRÍA porque nos pondría en un comportamiento cerrado, y en cierta manera, nos pondría en actitud dogmática que es ya una defensa a ultranza de imponer nuestro criterio. Eso sería IDOLATRÍA. Por otra parte, se podría decir que no, que no hay IDOLATRÍA, y eso, igualmente, llevaría a cerrar los ojos ante los acontecimientos, porque hay comportamientos idolátricos, no solo dentro de la Iglesia Católica. Sigue, entonces, la pregunta: ¿Hay IDOLATRÍA en lo de las imágenes de santos y esas otras cosas?

Si decimos que los santos son Dios, entonces, si hay IDOLATRÍA. Pero, si los santos son personas que nos sirven de ejemplo a seguir, cada uno en su circunstancia, entonces, no hay IDOLATRÍA, sino que son una prueba que sí se puede llegar a la santidad como conducta de vida. Y, son, entonces, una invitación y un recordatorio del llamado a la santidad.

Muy distinto a admirar personas virtuosas y que con disciplina son de admirar, como, por ejemplo un deportista, o un cantante, o un estudioso. ¿Eso es idolatría? No lo creo. Eso sería reconocer los méritos de una persona. No es IDOLATRÍA porque no son Dios, aunque con su arte, ya deportivo, ya en cualquier faceta nos llevan a reconocer la belleza. Y, sería casi a lo mismo que con los santos, que con su vida son ejemplos e invitaciones a seguir, y, los deportistas y cantantes con su arte nos hacen soñar y re-descubrir la belleza; y, Dios es la pura belleza. Igualmente, se experimenta a Dios a través de ellos. Existe, en este sentido, muchos testimonios en los libros sagrados, de personajes importantes que han hecho llamar a músicos, poetas y artistas para que con sus artes le ayuden a encontrar la paz, porque se hallaban perturbados por situaciones concretas. Véase, por ejemplo, la historia del libro de Daniel, y también con Esaú (1 Samuel 16, 14-23) cuando David toca la cítara para Saúl, quien se hallaba perturbado y sin paz.

Ciertamente, ni los más disciplinados deportistas, ni los más finos cantantes son Dios. Muchos, sin embargo, los califica de ídolos. Pero, al extremo de decir que son Dios, es una manera obstinada de confundir las cosas, porque no creo que se diga de ellos que sean Dios; pero, si se dice que son grandiosos y que son de admirar. ¿Es un ídolo, y la gente los tiene como ídolos? Creo que hay muchas exageraciones en nuestras maneras de hablar, porque, por reconocer lo valiosos que son, no sé está diciendo de ellos que sean Dios, aunque si se dice que grandes. Cada cosa en su lugar. Para nada se deja de amar a Dios porque se admire y se quiera en querer de respeto a un deportista. ¡Por favor!

Pero, ¿Es que hay comportamientos idolátricos en mucha gente? ¿Qué sería, en este caso, un comportamiento idolátrico? Es, que, además de comportamientos idolátricos, existe un hecho real de que hay situaciones que pueden llevar a la IDOLATRÍA. Recordemos lo que se dijo en el estudio que acabamos de hacer de que cuando no se tiene objetivos claros en la vida, de que cuando no sabemos a dónde vamos como en un por qué y para qué, y está faltando sentido, ahí justo ahí, se está en una posible situación de IDOLATRÍA, que no tiene otro origen que la inseguridad de un a dónde voy, y por qué lo hago. Se podría decir lo del dicho de “¿A dónde va Vicente?; para donde va la gente”. Porque va a donde va todo el mundo, y porque si. ¿Por qué? Porque lo hace todo el mundo. Eso es, el cultivo para la IDOLATRÍA, precisamente, porque no hay seguridad, que fue lo que sucedió con lo del becerro de oro. No se puede negar, por otra parte, que en la actualidad en las actividades religiosas, sobretodo, en los pueblos, se sucede lo del libro del Éxodo 32, 6: “Al día siguiente se levantaron de madrugada y ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. Luego se sentó el pueblo a comer y beber, y después se levantaron para solazarse”. Y, se invierten las cifras, porque si fueron 600 mil los que salieron de Egipto, y 3 mil los que fueron a la fiesta aquella, hoy, son 600 mil, en cuanto a la cantidad de los que más, en relación a los que menos, que están en el cumplimiento de la no IDOLATRÍA. Tampoco se puede negar ese fenómeno sociológico-religioso-popular bajo ningún pretexto, pues sería pretender tapar el sol con un dedo.

Entonces, ¿Hay IDOLATRÍA? Cuando no se tiene seguridad, y, más bien, lo que hay es un no saber del sentido de la vida, se está a punto de la IDOLATRÍA. Pero, es cuando tiene mucha importancia la libertad individual, porque, se puede seguir el camino de todo el mundo, de porque todos lo hacen, o se puede buscar tener criterios propios para buscar encontrar sentido a la vida, y eso implica paciencia, tiempo, dedicación y trabajo. Porque, aún, cuando se esté en una situación posible de IDOLATRÍA, al cumplir el mandato de no IDOLATRÍA, que es no colocar como dios lo que no es Dios, entonces, usando la libertad, cumplo con Dios. Es cuando cobra fuerza el mandato de no IDOLATRÍA, que es no adorar lo que no es Dios. No colocar seguridad en cosas que, más bien, aumentan la inseguridad. Parece un juego de palabras: la inseguridad puede llevar a buscar la seguridad. En el caso del libro del Éxodo capítulo 32 es el becerro de oro, por una parte, y, son las tablas de piedra que traía Moisés, por otra parte. Y, ahí está la clave de todo, porque puede ser y es IDOLATRÍA el becerro, aún cuando sea de oro, y puede ser y es IDOLATRÍA, igualmente, las tablas de piedra donde estaban las Leyes y los mandamientos de Dios, igualmente, en piedra. Lo uno es IDOLATRÍA, que era el becerro de oro; pero, lo otro, también, es IDOLATRÍA. Por eso, Moisés rompe, primero las tablas de piedra, y después, el becerro. Solo así, Moisés, que quería cumplir el mandato de la no IDOLATRÍA, dejando de ser idólatra él primero al romper las tablas de piedra, impone, entonces, a los del pueblo el mandato de la no IDOLATRÍA, y es cuando libre de toda posibilidad de IDOLATRÍA exige la no IDOLATRÍA. Porque, si Moisés rompe primero el becerro, y manda pasar a espada a los que mandó pasar, al siguiente, que tendrían que pasar, también, a espada era al propio Moisés porque tendría las tablas de piedra que ya sería IDOLATRÍA, porque “lo que es bueno pal’ pavo, es bueno pa’ la pava”, y también, le tocaría a Moisés un poquito de su propio chocolate. Y, en vez de tres mil los pasados a espada, serían, más bien, tres mil uno, incluyendo a Moisés, por supuesto.

Entonces, todo quedaba parejo en ese momento.

¿Qué pasó, entonces?

Ya no hay becerro de oro.

Ya no hay tablas de piedra.

Ya no hay Ley en las tablas de piedra.

¿ Qué va a suceder, entonces?

Es cuando se pasa, ahora, a segundas TABLAS. Y, comienzan a aparecer los detalles distintos con lo de las primeras tablas, que ya estaban rotas. La primera diferencia es que, ahora, para las segundas tablas, es Moisés quien hace las tablas de piedra, porque las primeras habían sido hechas por Dios (Éxodo 34, 1-4). Veamos:

Dijo Yahveh a Moisés. «Labra dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí, al monte y yo escribiré en las tablas las palabras que había en las primeras tablas que rompiste.

Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás a mí.

 Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el monte.»

Labró Moisés dos tablas de piedra como las primeras y, levantándose de mañana, subió al monte Sinaí como le había mandado Yahveh, llevando en su mano las dos tablas de piedra.

Otro detalle de las segundas tablas es que Moisés sube solo, ya no sube Josué como la vez primera. Permanece el mandato de que nadie se acerque al monte.

Y, lo primero que Dios dispone, ahora, en las segundas TABLAS, y las definitivas, es lo que ocasionó el problema con las primeras, que es, precisamente, la IDOLATRÍA y el mandato de no IDOLATRÍA (Éxodo 34, 11-17):

Observa bien lo que hoy te mando. He aquí que voy a expulsar delante de ti al amorreo, al cananeo, al hitita, al perizita, al jivita y al jebuseo.

Guárdate de hacer pacto con los habitantes del país en que vas a entrar, para que no sean un lazo en medio de ti.

Al contrario, destruiréis sus altares, destrozaréis sus estelas y romperéis sus cipos.

No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahveh se llama Celoso, es un Dios celoso.

 No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten a ti y tú comas de sus sacrificios; y no sea que tomes sus hijas para tus hijos, y que al prostituirse sus hijas tras sus dioses, hagan también que tus hijos se prostituyan tras los dioses de ellas.

No te harás dioses de fundición.

Y, ahora, la cosa es puntual para cumplir el mandato de no IDOLATRÍA. Eso puntual es la convivencia con las otras tribus, de más que no puede contaminarse culturalmente. Pero, será tema de estudio para otra ocasión en una de profundizar lo de las segundas TABLAS, que son las que tienen vigencia, si partimos del hecho que las primeras Moisés las rompió.

Para terminar digamos que así como Moisés rompió las tablas de piedra, y con ello se evita la IDOLATRÍA de las tablas de la Ley, y así queda libre de pecar, Jesús de Nazaret manda a tumbar el Templo de Jerusalén, porque había en lo de la permanencia del templo una templo-latría. Y, eso nos ayuda a comprender lo de poner como centro lo que no es centro, ya que no era central las tablas de piedra, tampoco lo es el templo, en los que podemos ver un parecido con lo del capítulo 32 del libro del Éxodo en lo del becerro de oro. De ahí que el becerro de oro era IDOLATRÍA; también lo era las tablas de piedra; y, también, el templo. Interesante. Interesante.


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